
La economía del país se basaba en grandes oligopolios y latifundios controlados por unas pocas familias, que por supuesto vivían en la opulencia, contrastando con la miseria lastimosa que sufrían la mayoría de los españoles.
A pesar de la carestía, el nacimiento del pequeño Cándido fue motivó de celebración; la abuela y las tías del bebé prepararon un modesto banquete que acompañaron con vino de la Rioja que llevaron los hermanos y amigos del Primer Teniente Alcalde.
Durante la convivencia, los hombres no pudieron evitar hablar del recrudecimiento de la crisis económica y las pésimas condiciones laborales que debían soportar quienes todavía tenían trabajo. Pero Busteros era optimista y les pidió tener confianza; la tiranía se tambaleaba y los partidos republicanos, a pesar de la represión, se fortalecían.