Aquel medio día de septiembre, en la húmeda y selvática espesura de los Chimalapas un sonido peculiar alertó a José, un viejo curandero de la etnia zoque que recolectaba raíces para preparar medicina. El indígena miró hacia arriba y frente a la oquedad del tronco de un árbol enorme vio una guacamaya escarlata que regresaba al nido para alimentar a su polluelo. Aunque el hecho era inusual, ya que la época de crianza de esos vistosos pájaros es entre diciembre y marzo, el hombre supo de inmediato qué sucedía, durante unos minutos observó a la hermosa ave y luego continuó caminando por la serpenteante vereda que bordeaba el cauce del río. lunes, 19 de diciembre de 2011
Los Chimalapas, México, septiembre de 1929
Aquel medio día de septiembre, en la húmeda y selvática espesura de los Chimalapas un sonido peculiar alertó a José, un viejo curandero de la etnia zoque que recolectaba raíces para preparar medicina. El indígena miró hacia arriba y frente a la oquedad del tronco de un árbol enorme vio una guacamaya escarlata que regresaba al nido para alimentar a su polluelo. Aunque el hecho era inusual, ya que la época de crianza de esos vistosos pájaros es entre diciembre y marzo, el hombre supo de inmediato qué sucedía, durante unos minutos observó a la hermosa ave y luego continuó caminando por la serpenteante vereda que bordeaba el cauce del río.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario